sábado, 29 de marzo de 2014

Campamento de Música: Capítulo 37 Rutka


Apenas se levantó William notó que no estaba en el colegio, sino en su departamento, mira a su alrededor y mira la mesita de luz que tenía una nota. “Gracias por la computadora ;)” lee y se vuelve a arropar con las sábanas.

William- Soy un pelotudo…

Dentro del Instituto

Sid- Espera, ¿Qué?- William se encoge de hombros.

William- Perdí la computadora, ahí tenía toda la información de Sernotsecovas.

Sid- ¿Cuándo la perdiste?- El otro muchacho se lo queda mirando.- ¿Qué?

William- Bueno… eso subjetivo.

Sid- ¿Subjetivo de qué?- William se da cuenta de que se estaba a punto de delatar.

William- Se podría decir que la había perdido antes de que me la robaran.

Sid- ¿Entonces te la robaron?- El otro muchacho pone cara de que ya lo descubrieron, el punk lo mira con sospecha.- Algo no me estas contando.

William- Es que…

Sid- Vamos, ¿Qué sucede?

William- Digamos que conozco a la persona que me robó.

Sid- ¿Y quién es?- Le dice, esperanzado con la posibilidad de recuperar la computadora.

William- Bueno, no sé su nombre.

Sid- ¡Entonces no la conoces!

William- Es que no la conozco de esa forma…- El punk se queda un momento pensando las palabras de su amigo hasta que se da cuenta.

Sid- ¡¿En serio?!- Mira a todos lados y después se acerca a su amigo, diciendo lo siguiente en voz muy baja:- Pero, ¿Por qué te robaría sí, bueno, si… ¡ya tu sabes!?

William- Es que me parece que ella se acostó conmigo solamente porque sabía que así yo no me defendería.- Su amigo lo mira.- Ella debía saber de mi debilidad con las mujeres.- Ambos amigos se miran.


Sid- Tenemos que recuperar tu computadora.



William empieza a sacar los libros de la mochila para la clase de química y de repente nota que alguien se le sienta al lado, mira y se da cuenta de que es justamente la ladrona de su netbook.

William- Que descaro sentarte al lado mío luego de que me robaras.- La chica lo mira y sonríe, saca de su cartera la computadora y se la devuelve, a sorpresa del muchacho.

Chica- No nos presentamos. Mi nombre es Rutka.

William- William.- Le estrecha la mano.

Rutka- Tu apellido es York si mal no recuerdo ¿No?- Mira un rato hacia la puerta del aula y después se le acerca al oído del muchacho.- Como el de “Industrias York” ¿No? - Le sonríe.

William- ¿Cómo?- De repente se siente confuso.

Rutka- Digamos que sé mucho de las personas de aquí. Ese es el trabajo del Comité de Bienvenida.

William- ¿Y a todos les das una bienvenida como la que me diste a mi?- Rutka empieza a reír y William empieza a pensar de que ella le estaba tomando el pelo una vez más. Aún así el muchacho sigue pensando que es terriblemente atractiva.

Rutka- No. Eso fue especial.- Ambos se quedan en silencio.

En el patio del Instituto

Sid- Fiuuu.- Saca un cigarrillo.- Pensé que esas monjas me atraparían…- Prende el cigarrillo y de repente ve que por el pasillo de la escuela pasa una chica muy parecida a Rose.- Guau, se parece mucho a…- Se sorprende al ver que Hannah estaba al lado suyo.

Hannah- ¿A Rose?- El chico la mira.- ¿No sabías que ella estudia aquí?

Sid- Espera, ¿Ella estudia acá? ¿Por qué no me lo dijiste?

Hannah- Supongo que se me olvidó.- Mira a su celular.- Bueno ¡Chau!

Sid- ¡Qué rara que es!- Se queda en silencio y vuelve a mirar el corredor del Instituto donde estaba Rose, abstraído en sus recuerdos.

(Aclaración: En ese momento Sid empieza a cantar “Rosie” de The Kooks)

Suena el timbre de la escuela

William entra al aula y se sienta al lado de Sid, luego entra Ian acompañado de Emma, lo que causa un interrogante en el punk.

Emma- ¡Hola!

William- ¿Qué hacen acá?

Ian- Dah, estudiamos- Le dice con ironía y luego le sonríe.

Sid- ¿Ah sí? ¡Qué bueno! No, en serio, ¿Qué hacen acá?

Ian- Al parecer, que vergonzoso, tenemos previas un par de materias.

Sid- ¡¡Jajajaja!! ¡¡Jajajaja!!- Todos los demás del curso se los quedan mirando.- Sabía que eras un ignorante pero tampoco para tanto…

Ian- ¡¿Qué?! A algunas personas les parece difícil música.

Sid- ¡¡¡Jajajajajajajaja!!!- Ian se acerca para matarlo pero lo detiene William. Entra el “Profesor” Thomas.

Thomas- Buenas tarde chicos.- Deja las cosas.- ¿Hicieron la tarea?

Emma- ¿Tarea?

Thomas- ¡Es una broma! Jajaja ¿Quién quiere pasar primero a cantar?- Una chica, la acosadora de Ian, Emily, levanta la mano.- ¿Sí?

Emily- Yo quiero pasar profesor Alvarez.

Thomas- Claro, pasa.- La chica se levanta y va al telón.- Y es Álvarez.

Emily- ¿Qué?

Thomas- ¿Qué?- La chica lo mira raro.- Jaja, es una broma.

Emily- Usted sí que es raro…

(Aclaración: Empieza a cantar “More of You” de MoZella justo cuando William se va del aula y se encuentra con Rutka en el pasillo de la escuela).



William- ¿No deberías estar dentro del aula? A veces creo que me estas persi…- En ese momento Rutka lo besa… y William vuelve a caer en sus instintos mundanos. Cuando salen del baño (son unos pervertidotes estos dos :P) la chica lo mira y le da una dirección.

Rutka- Te espero ahí a las ocho.- Lo besa y se va justo cuando suena el recreo. Sid se acerca al muchacho.

Sid- Oye ¿Te encuentras bien?

William- Nunca estuve mejor…- Dice en un estado medio de trance. Sid lo mira sin comprenderlo.

(Aclaración: En este momento empieza a escucharse de fondo la canción “Gong” de Sigur Rós)


Suena el timbre de salida y todos se dirigen hacia afuera excepto Sid que se había olvidado un cuaderno en el aula. Cuando está a punto de entrar escucha una voz y mira cuidadosamente quién era. Era una muchacha rubia que estaba hablando por teléfono, que sin saber por qué, le hacía recordar a alguien.

Rutka- Si, el plan está funcionando a la perfección. Ni siquiera se dio cuenta de que le saqué la información de la computadora.- Sid se queda sorprendido y confundido a la vez.- ¿Acaso no crees en mi? Como quieras seguiré con el plan. Da skorava.- La cara del muchacho cambia completamente… al darse cuenta de quién era la muchacha. Ahora entendía la cara rara que hizo Thomas cuando repitió el apellido de la anciana, porque esa chica era su pariente. Y estaba ahí por ellos. Asustado se va corriendo hacia afuera. Ahora definitivamente estaban en problemas.

Cap. 37  Fin

viernes, 21 de marzo de 2014

Campamento de Música: Capítulo 36 We are not alone...


Dentro del instituto- En el corredor

David- ¡¡Ya no lo soporto!!- Arroja sus cosas y se tira al piso.

William- Tenemos que soportarlo si queremos a Thomas de vuelta.- Pasa una chica acompañada de sus amigas, todas tenían uniforme de porristas.

Antonio- Santo Jesús de Nazaret…- Pasa en ese momento una monja.

Monja- ¡¡No blasfemes!!- Le pega en la cabeza- Chiquito pecador.- La monja se va mientras los demás estallan de la risa. Aparece Sid y los saluda.

Sid- ¿Qué pasó?

David- Le pegaron.- Señala a Antonio que estaba en el piso, llorando.- ¿Sucede algo?

Sid- Sí, sucede que hoy estaba en la clase de música y Thomas nos estaba tomando lista, hasta que en un momento se detiene al decir un nombre…

William- ¿Cuál?

Sid- Se apellidaba… Sernotsecovas.- Lo dice en voz muy baja, los demás se sorprenden menos Antonio.

Antonio- ¿Y qué pasa con eso?

Sid- Emmm, nada.-Mira a los otros- Sólo es que Thomas se sorprendió al escuchar ese apellido. Me llamo la atención, nada más.

Antonio- Ah.- Mira que se acerca Emma.- Ya vuelvo.- Se va y los otros se acercan al punk.

William- ¿Es verdad lo que dijiste? ¿La ancianita estaba en la clase?- Los amigos le pegan al mismo tiempo en la cabeza.

David- ¿Sos tonto o qué? Es imposible que con su edad se pasara por una alumna. Debe ser una coincidencia…

En el patio interno del colegio

Ian- Fiuuu, zafé de pedo.- Saca de su bolsillo un cigarrillo y lo prende.

Hannah- ¿De quién?- El muchacho se sorprende.- Ian si sigues fumando te enfermaras…

Ian- De nadie.- Sonríe.- ¿Qué haces aquí?

Hannah- Ah, la verdad es que no sé.- Mira a su alrededor.- Supongo que buscaba a alguien pero ya me olvidé. No importa, nos vemos a la salida.- Se va y sigue fumando Ian.

Chica- Nunca le vas a decir lo nuestro, ¿No?- El joven mira a su lado y ve a la chica del día anterior.

Ian- ¿Cuántas veces te tengo que decir no somos nada, Emily?

Emily- Jaja, que ingenuo.- Agarra el cigarrillo y le da una pitada.- Sólo tú eres capaz de olvidar algo tan importante como un compromiso.- Le dice, mostrando el anillo.

Ian- No estamos comprometidos…- Le saca el cigarrillo.

Emily- Tu querida abuela nunca anulo el compromiso nuestro… así que mientras no le digas a tu linda abuela que te enamoraste de una estúpida neoyorquina sigues siendo mi novio. Chiao.- Se va riendo.

(Aclaración: En ese momento Emily empieza a cantar “Rumor Has It” de Adele)


Toca el timbre de salida del colegio y todos los chicos se van a sus casas. A unas cuadras del instituto se encontraban en un bar Emma y David.

Emma- Es increíble que hayan trabajado tan rápido los inservibles de tus amigos.

David- ¡Já! Te dije que eran buenos construyendo cosas.- Le muestra la mano.

Emma, sacando la billetera.- Me vas a dejar pobre.- Le da la plata. En ese momento entran los demás chicos.

Sid- ¿Cuándo vas a aprender que no debes apostar Emma?

Emma- Algún dia ganaré.

David- Pruébalo…- Le dice sonriendo y la joven se le acerca para pegarle.

Ian- Ya, tranquilos.

Hannah- ¿Eso es un telón para karaokes?

David- Emmm, si. Bah, todavía no está terminado.

Hannah- ¿Puedo cantar?- El metalero mira a su amiga.

Emma- Vamos, déjala, no le va a hacer mal a nadie.

David- Te estás ablandando- La rubia se sube al telón y se fija las listas de canciones mientras que los otros se sientan en la barra.

Emma- ¿Y William?

Ian- Se olvidó de algo en el instituto, dijo que volvía en un rato.

Dentro del Instituto

(Aclaración: mientras que sucede esto Hannah canta “Give Me Your Love” de Florrie Arnold)


William iba caminando por los corredores buscando el aula donde se había olvidado su netbook pero, como despistado que es, se perdió. Una chica atrás suyo le toca el hombro y él se da vuelta.

Chica- ¿Necesitas ayuda?- El joven ve que en su brazo, además de sostener algunos cuadernos, sostenía su preciada netbook.

William- ¡Hey, eso es mío!- La chica lo empuja y se va corriendo por el pasillo. El muchacho logra alcanzarla y por error se terminan cayendo por las escaleras, terminando en el descanso de la misma besándose.


Cap. 36  Fin

jueves, 20 de marzo de 2014

Los cerezos


En una ciudad importante, que podría ser Berlín o Nueva York o incluso Buenos Aires pero eso no es muy relevante, llega al trabajo Sarah Bruman a paso decidido ya que tenía que terminar un trabajo para esa misma tarde. Entra a su oficina y se encuentra con un joven de su edad, vestido con una remera, jeans y zapatillas de lona que dejaba en claro que no pertenecía al ambiente en el que estaba. En sus manos tenía unas flores y una tarjeta, y al verla le sonríe.
-¿Qué haces acá? Estoy ocupada.- Le dice y se sienta en su escritorio.
-¡Ah! Claro… es que me mandaron a entregarle esto.- Le muestra las flores y la tarjeta.
-No las quiero.
-Pero se las compraron para usted. ¿No va a aceptar estas hermosas peonias?
-Emmm déjame pensarlo… no.
-Como quiera, pero debo decirle que ese tipo- Le dice señalando con la mano a uno de sus compañeros de la oficina.- la ama demasiado. Si no me cree, lea la tarjeta.- La mujer agarra la tarjeta de la mano del joven.
-No es necesario.- Dice rompiendo la carta sin leerla y la tira a la basura.- ¿Eso es todo?
- Si. Disculpe la molestia.- Le deja las flores y se va a la puerta.- Adiós.
-Sí, sí. Chau.- El joven se va y ella mira las flores en su escritorio.- ¡Ey! ¡Las flores!- Agarra las flores y se va directo a la calle, donde estaba caminando el joven florista alegremente.- ¡Espera!
-¿Sí? ¿Qué sucede?
-Tus flores…- El muchacho se ríe.
-No son mías, son tuyas. Yo sólo las envío.
-Pero no las quiero.- El muchacho se le acerca y las agarra.
-Pues entonces no te mereces tan hermosas flores.- Se da media vuelta y se va, mientras Sarah lo mira marcharse.

Al otro día, mientras ella estaba investigando algo en su computadora para un nuevo proyecto de la oficina vuelve el joven muchacho. Esta vez con unos llamativos tulipanes, con unos colores tan nítidos que parecían irreales. Al verlo, se quita los lentes y lo mira. Al ver la extraña expresión de la mujer, el muchacho le dice:
-Al parecer no se va a rendir, así que es mejor que las acepte.
-¿Envió tarjeta?
-No, pero yo tampoco la enviaría al ver lo que hizo ayer.
- ¿Y las peonias?
-Se murieron. Al parecer las ofendió tanto que ya no querían vivir más. Por eso le dije a su enamorado que sería mejor enviarle tulipanes, no se ofenden tan rápido.- Le entrega las flores y ella lo mira.
-Pero no las quiero…
-Pues son suyas y no las voy a aceptar de vuelta. Le puse demasiado empeño para que crezcan así de hermosas para que una bella mujer no las acepte.
-¿Tú las cultivas?- El muchacho sonríe.
-Así es. Soy dueño de una florería que está a 15 minutos de aquí.- La mujer lo mira sorprendida y le sonríe.
-Son unos muy lindos tulipanes.
-Gracias. Conseguí los bulbos de Holanda, me salieron carísimos pero valieron la pena.
-Soy Sarah- Le da la mano.
-Niklas.
-¿Te gustaría tomar un café? Ya está por ser mi descanso y me encantaría seguir hablando sobre tus flores.
-Claro.
En una cafetería estaban sentados los dos jóvenes a lado de una ventana que daba a la calle, ella contestando  algo en su celular y el tomando casi como un adicto su bebida. Cuando Sarah deja el celular lo mira y se da cuenta de que en quince minutos se tomó más de la mitad de la bebida.
-No tomas café muy seguido ¿No?- Niklas para de tomar y la mira.
-¿Qué? Ah, de hecho yo no tomo café. ¿Cómo se llama esta bebida?
-Frappé. ¿Por qué no tomas café?
-Una vez tomé café cuando era chico y no paraba de moverme. Según mi madre parecía un adicto a la cocaína.- Sarah se ríe.
-Okey… suerte que te compraste el embase más chico.
-¿Hay más grandes?
-Sí. ¿No los viste?- Niklas mira a la pizarra donde estaban escritas todas las bebidas y se sorprende- Ja, ja, ja ¡No lo viste!
-Bueno, bueno. La gente suele no fijarse en cosas sin importancia.- A la joven le suena de vuelta el celular.- ¿Novio?
-No- Dice mirando con preocupación el celular.- Disculpa, pero me tengo que ir.
-Claro… Hasta luego.
La muchacha se va y él se queda mirando la gente que pasa fuera de la cafetería.
Tiempo después, Sarah llega a un jardín de infantes y entra apurada al edificio, donde ve en el pasillo a un niño que estaba sentado en un banco mirando el piso. Se sienta al lado de él y lo mira.
-Perdón por llegar tarde. Vamos a casa.- Se levantan y se van. Cuando llegan al departamento, el niño se saca la mochila y se va directamente a su cuarto. Ella mira hacia el pasillo adonde se fue el niño y, con una cara triste, se saca el saco y el pañuelo y lo deja en la mesa.
En la noche, el niño y ella estaban comiendo la cena. Él, con una cara decepcionada y ella estaba con una cara de culpa por haber llegado tarde a buscar a su hijo.
-Perdón por olvidarme ir a buscarte al jardín. Se me olvidó.
-Está bien… seguro que fue por el trabajo.- Come un bocado de lo que tenía en el plato.- No tuviste opción. Como siempre.- Lo último lo dice en voz muy baja.
-Phillip…
-No quiero comer más. ¿Puedo irme a mi cuarto?- Sarah asiente con la cabeza y el niño se va a su cuarto, mientras ella cena sola.

Los días continuaron y Sarah seguía recibiendo distintos tipos de flores por parte de su “amado”, siempre con Niklas como mensajero. Cada vez que él entraba en la oficina, Sarah se olvidaba de que estaba en su trabajo, que era una mujer muy seria con todas las personas o que tenía un hijo de 5 años llamado Phillip. Incluso se olvidaba de que las flores no eran de parte de Niklas, sino de parte de uno del piso 6 que llevaba años enamorado de ella pero ella ni se sabía el nombre de él. Cuando Niklas llegaba a su oficina, con ropa un tanto desaliñada y llevando en sus manos un ramo de hermosas y delicadas flores, ella era la persona más feliz de la Tierra. Y eso era raro, porque ella no pensó que se volvería a ser feliz de esa forma o que se volvería a enamorar. Pero lo estaba.
Al agarrar con sus manos el ramo de jazmines, sus flores favoritas, se le salió una risa de felicidad que lo hizo sorprender a Niklas.
-Sabía que te gustarían los jazmines.
-¿Disculpa?
-Desde que empecé a entregarte flores siempre tienes puesto un perfume con aroma a jazmín, es casi imperceptible y por eso no estaba seguro, pero tu reacción me quitó las dudas.
-Eres muy observador.- Niklas sonríe y lanza una carcajada.
-No, solo sé de flores.- Sarah huele el aroma de las flores y sonríe- Bueno, me tengo que ir. Que tengas un excelente día.
-Gracias.- El muchacho se va y ella sigue mirando las flores.  En ese momento se acuerda de lo cerca que estaba la florería de la oficina y lo poco que faltaba para que terminase su día de trabajo. Como era viernes, Phillip estaba en la casa de su abuela, y ella no tenía ninguna obligación de salir corriendo.
Termina el día y se va de la oficina, se toma el subte y termina llegando a la florería que estaba cerrada. Nunca se sintió tan ridícula en la vida. Primero: ya no era una niña de doce años para ir corriendo a buscar a su “príncipe azul”, esas cosas no funcionaban en el mundo real y ella ya lo sabía. Segundo: le importaba un bledo porque nunca se sintió así de bien desde que conoció a Niklas. Mira la florería y todas las variedades de plantas que había, parecía casi un bosque silvestre pero no sólo el local, sino todo el edificio en sí. Se acerca al timbre del apartamento de un piso, arriba del local y lee el nombre “Niklas Scheffer” en la placa dorada junto al timbre. Toca el timbre pero nadie le contesta. De repente se da cuenta de la estupidez impulsiva que estaba haciendo y se da media vuelta para volver a su casa, pero no se mueve mucho después de que escucha la voz del florista.
-¿Hola?- Ella se queda mirando el lugar sin contestar.- ¿Hay alguien ahí?- De repente Sarah se da cuenta que no podía mover las piernas, que no podía mover ninguna parte de su cuerpo en general. No sabía qué hacer. Empieza a escuchar pasos bajando de la escalera y se abre la puerta.
-¿Sarah? ¿Qué haces aquí?
-Emmm…yo…
-¿Te encuentras bien?
-Yo…- Mira al piso y después lo mira.- Perdona, no sé en que estaba pensando. Ya me voy.
-¡Espera! ¿Quieres entrar a tomar algo? No pareces estar bien.
-No, está bien. Gracias.
-¿Segura?- Ella lo mira.- Tengo café si quieres…- Ella sonríe.
-Se que no tienes café.
-¡Pero puedo conseguirlo!- Ella sigue sonriendo, se le acerca y lo besa. Justo en ese momento, se dieron cuenta de que nada importaba, ni los horarios, ni las alarmas o el café, tampoco las flores y quien las enviaba. Nada. Sólo ellos. Subieron hasta el cuarto de Niklas y desaparecieron del mundo por una noche.

Llega el día y Sarah se despierta cuando los rayos del sol la iluminan. Se estira en la cama y da una vista parcial al cuarto del muchacho: la cama, donde estaba ella acostada era muy antigua y enorme, los muebles parecían salidos de otra época como la cama, había un balcón donde estaban un montón de plantas de distintos colores que se confundían con las paredes, que estaban todas pintadas con dibujos al óleo de paisajes. Identifica su ropa, la recoge y se va para la cocina donde estaba Niklas haciendo el desayuno. Él se da vuelta y le sonríe.
-¿No tienes problema con el té? Las tiendas abren muy tarde aquí.- Se da cuenta de la cara de Sarah, que estaba media desconcertada, de que algo sucedía y se le acerca.- ¿Sucede algo? Sé que te gusta el café pero…
-No es eso. Es que me tengo que ir.
-Pero todavía no es de tarde.
-Lo sé, aun así me tengo que ir. Perdón.- Agarra el resto de las cosas y se va.
Mientras camina por la calle su mente recapacita todas las imágenes de ella y él, su felicidad, sus palabras, su voz. Ella sabe que el amor no dura, si ya no duró una vez, con él ¿Qué cambiaría? Además, había otro problema: Phillip. ¿Acaso un hombre de veinticinco años aceptaría ser el padre de un niño que ni siquiera es suyo? ¿Un niño súper inteligente como Phillip aceptaría al novio de su madre? No hay lugar a dudas de que todo es un error, e hizo bien en salir de ahí. Con Niklas nada es serio, supuso ella. Seguro que está con un montón de chicas a la vez, se repetía a sí misma, después de todo es atractivo, joven y atento. Seguro que sería otra historia para repetir a sus amigos en una noche y punto.
Eso no le molestaba e incluso ideó toda una táctica para no verlo para cuando llegaran las flores, porque sabría que él seguiría yendo a la oficina a entregarle las hermosas flores de parte de ese tipo del cual no sabe el nombre.
Pero nunca más llegaron las flores.
Sarah se había enterado por parte de una chica de la oficina de que el hombre que estaba enamorado de ella hacía semanas que ya no le entregaba flores porque se había dado cuenta de que Sarah no estaba enamorada de él y, además, porque había conocido a una chica en una cafetería y se hicieron pareja. Para ella eso no tenía sentido ya que había recibido flores de Niklas el viernes anterior, pero luego al pensarlo, se dio cuenta de todo. Niklas se había enamorado. De ella.

Pasaron los meses y llegó el frío invierno. Sarah trabajaba tiempo completo y ya no hablaba con nadie, sólo con su hijo, que notaba que algo raro pasaba.
Phillip, un niño de cinco años y medio con un coeficiente intelectual de un genio se enteró de la existencia de Niklas un día cuando estaba tratando de averiguar que le pasaba a su madre revisando en su computadora, y encontró en el historial repetidas veces la página de una florería que se encontraba a unas calles de la oficina de su madre. A su madre no le gustaba comprar flores así que dedujo que había alguien ahí que le gustaba y por eso cada vez que llegaba a su casa siempre traía distintos tipos de flores, las flores de la tienda de “él”.
Investigó más y se enteró de que el dueño de la tienda se llamaba Niklas Scheffer. Phillip no entendía que le gustaba su madre de ese hippie de la florería, pero no le importó con tal de ver a su madre feliz, entonces ideó un plan. Un día, a la noche, escaparía de la casa e iría a la tienda casi a la hora de cerrar y entonces convencería a ese “hippie” a que vuelva con la madre, cueste lo que cueste. Necesitaba dinero para el transporte, un mapa de la cuidad, la dirección de la florería y una soga en caso de que no lo quisiera escuchar y tuviese que recurrir a “otras tácticas”. Le costó una semana conseguir todo, en especial el dinero ya que, como todo niño, era imposible a veces vencer la tentación de usar su mesada para comprar dulces.
Entonces, con todo ya listo, escapó de la casa en la noche y se dirigió a la estación de subte rumbo a la florería de Niklas. Cuando llegó, se sorprendió a sí mismo de la exactitud de su plan: la florería estaba cerrando y su plan estaba en marcha. Entró y se quedó mirando las flores, ya que no veía al dueño del lugar.
-¿Estás perdido niño?- Phillip se da vuelta y se asusta al ver a Niklas atrás de él.- Perdona si te asusté… ¿Te puedo ayudar en algo?
-¿Tú eres Niklas Scheffer?
-Así es. ¿Nos conocemos?
-Tú y yo, no. Pero tú conoces a mi mamá.
-¿Disculpa?
-Ella te compraba flores ¿No?
-Me compran muchas personas flores, niño.
-¿Todas se llamaban Sarah?- Niklas se queda aturdido.- ¿Ahora si la reconoces?
-Espera,  dijiste… ¿Hijo?
-Sí. Yo soy Phillip, el hijo de Sarah.- El joven hombre se acerca a una silla y se sienta.- ¿Te sientes bien?
-Sólo estoy un poco aturdido.- Señala con el dedo una botella de agua.- ¿Me la alcanzarías?- El niño le da la botella.- Gracias. ¿A qué viniste Phillip?
-Quiero que vuelvas con mi mamá.- Niklas escupe todo el agua que tomó.- Y que trates de no mojarme en el proceso.
-¡Discúlpame pero fue tu madre quien se fue corriendo! Y ahora entiendo por qué.
-¿Por qué?- El niño ya se estaba irritando, pero estaba decidido a cumplir su misión.
-Y bueno, debe ser difícil cuidarte.- Se lo queda mirando.- ¿No deberías estar en tu casa?
-Ah, es que me escapé.- Le sonríe.- Pero eso no es muy relevante ¿Vas a volver con mi mamá o no?
-¿Qué? ¡Tenés que volver a tu casa ahora mismo! ¡Tu mamá debe estar muy preocupada por vos!
-Sólo si me prometes que vas a volver con mi mamá…
-¡Está bien, está bien! Agarra tus cosas y vamos para tu casa.- El niño agarra su mochila y sale de la florería con Niklas. Hacen una cuadra en silencio hasta que Niklas empieza a hablar.- ¿Por qué quieres tanto que vuelva con Sarah?
-Mi mamá desde que tengo uso de razón siempre estuvo triste, ocupada y enojona. Pero hace unos meses, un día, se olvidó irme a buscar al colegio. Ella nunca se olvida, entonces empecé  a pensar que algo estaba sucediendo, luego llegaron las flores… las canciones, los fines de semana que salíamos juntos a algún lugar, la ropa con colores, las sonrisas. A mi mamá le pasaba algo, al principio me molestó pero luego también me puse feliz ya que se preocupaba por ella y no tanto por mí.
-¿Entonces quieres que vuelva con tu mamá para que tú hagas lo que quieras?
-Puede que lo haya pensado ¡Pero esa no es la idea! Yo quiero que mamá sea feliz y si es contigo, pues lo aceptaré.
-¿Sabes que es probable que nos peleemos, que pasen cosas que tal vez no van a ser buenas para ti?
-¿Cómo qué?
-Pues… ¿Qué pasaría si ella y yo nos casamos y luego nos divorciamos? Créeme, no es nada lindo ser parte de eso y te lo digo porque a mí me paso.
-¿Tus papás se divorciaron de niño?
-Sí, tenía nueve. Fue… horrible. Me terminaba escapando del colegio porque también se peleaban allí, y por todo, por mis notas, por quién me iba a buscar, por las cosas que me regalaban en mi cumpleaños. No tenía paz, hasta que un día me perdí en un bosque de cerezos y por primera vez no escuche ningún ruido, ninguna pelea a mi alrededor. Solo cómo caían los pétalos del cerezo y mi respiración. Creo que fue el mejor día de mi vida.
.¿Entonces no volverás con mamá?
-Si fuese sólo mi decisión, créeme, intentaría estar con tu madre… pero recuerda que fue Sarah la que se fue corriendo, no yo. – Se acerca el subte y entran. Cuando se sientan y el subte empieza a moverse, Phillip mira a Niklas y se da cuenta de que en realidad no es un hippie y tampoco una persona inmadura y se da cuenta de que le empezaba a caer bien. La curiosidad le invadió por saber más de él y le preguntó:
-O sea que tu flor favorita es la del cerezo. La flor nacional de Japón.
-Así es. ¿Cuál es la tuya?
-Pues… no lo sé. Me sé miles de nombres de insectos pero ninguno de una flor. Supongo que en cuanto a la botánica no soy un genio.- Niklas se ríe y lo mira.
-Entonces un día te llevaré a un jardín japonés y podrás ver los cerezos por tu cuenta. Así tendremos los dos la misma flor favorita.
-¿Me lo prometes?- Le dice completamente ilusionado.
-Claro.- Phillip le sonríe y bosteza, quedándose dormido minutos después.

Phillip se despierta al otro día y se da cuenta de que es de mañana. No recuerda cuando llegó a su casa y que paso con Niklas una vez que él y su mamá se vieron después de tanto tiempo.
Era un día feriado. Y ya empezaba a hacer calor porque se acercaba la primavera. El niño se levanta de su cama y se va al comedor, donde estaba su madre y su abuela haciendo el desayuno. Se sienta en la mesa y, con la curiosidad de saber que pasó la noche anterior, le dice a su madre:
-¿Ya volvieron?- La madre lo mira aturdida mientras estaba tomando un sorbo de café.
-¿Quiénes?- Le pregunta la abuela.
-Mamá y Niklas.- Sarah lo mira a su hijo y se acuerda lo de la noche anterior. De la escapada del niño en medio de la noche y que cuando volvió, traía a una persona con la cual ella dejó por sentado de que no lo volvería a ver nunca más.- ¿Eso es un no?
-Creo que ya contestaste tu pregunta.- Le dice Sarah.- Después hablaremos de tu castigo, Phillip.
-¿Me vas a castigar?
-¡Por supuesto que si Phillip! ¡Te escapaste en medio de la noche!- Se va del comedor y se encierra en su cuarto, dejando a Phillip y a su abuela solos. La abuela, mirando al niño que tenía una cara muy triste y decepcionada, le dice:
-¿Quién es ese Niklas del que hablas?
-Es un tipo que salía con mamá, eso creo.
-¿Y por qué te escapaste ayer?
-Porque quiero que mamá sea feliz, quiero que siga con ese tipo de la florería. Alguien tenía que hablar con él para que intente recuperarla ¿No?- La abuela abraza al niño y lo mira. Phillip estaba llorando e intentaba decir algo pero no le salían las palabras.
-Phillip, mírame. Sé que sabes que ellos dos se quieren mucho, pero tú no puedes interferir en sus vidas. No es correcto. Además tú no sabes mucho de lo que pasó y, después de todo, eres un niño. No es algo de lo que tienes que interferir.
-¡Pero ellos dos se aman! ¿No se supone que tiene que ir a buscarla y hacerla entrar en razón de que sus vidas son infelices sin el otro?
-Phillip, esto no es uno de tus libros… esto es la vida real.
-Eso no significa que no pueda llegar a intentarlo. ¡Alguien tiene que ponerlos en razón!- En ese momento la abuela se da cuenta de que el niño no iba a parar hasta conseguir, por lo menos, que se volvieran a ver y solucionaran las cosas.
-Bien Phillip, te voy a ayudar.- El niño la mira.
-¿En serio?- La señora asiente con la cabeza.- ¡Gracias abuela!
-Pero tu madre no lo debe saber ¿Sí?- El niño mueve la cabeza afirmativamente repetidas veces y la abuela se le acerca.- Esto es lo que haremos.- Se le acerca al oído y le empieza a contar su plan al niño de cinco años.

Terminó el fin de semana largo y Phillip volvió a clase. Durante toda la jornada no pensaba otra cosa que el plan, que tenía que ser ejecutado a la perfección.
Cuando tocó la campana de fin de clase, el niño agarró sus cosas lo más rápido posible y huyó del lugar decididamente.

Sarah fue a buscar a Phillip al colegio, pero no lo encontró. Las profesoras les dijeron que salió corriendo hacia la calle y no lo pudieron encontrar: en otras palabras, un niño de cinco casi seis años estaba perdido en medio de la ciudad. Entonces pensó que tal vez podría estar en la florería, intentando convencer una vez más a Niklas a volver con ella aunque nunca fueron pareja.
Se dirigió a la florería esperanzada de encontrar a su hijo ahí, abrió la puerta y corrió hasta el mostrador, donde el florista estaba preparando un bouquet de flores.
-¿Dónde está?-  Dice totalmente preocupada y enojada al mismo tiempo.
-Hola.- Deja las flores a un lado y mira la cara de la mujer.- ¿Qué sucede?
-¿Dónde tienes escondido a Phillip? ¡Esto no es divertido Niklas!
-Desde la última vez que no veo a Phillip… no sé de qué me estás hablando. ¿Qué sucedió?- Sarah se sienta en una silla y se pone a llorar.
-Se volvió a escapar… sé que está bien porque es muy inteligente pero…-Niklas se le acerca y la abraza.
-Cálmate, ¿Sí?- Ella asiente con la cabeza.- No me importa si es inteligente, no debe estar solo en la calle.- Le da la mano.- Ven. Vamos a buscarlo.
-¿A dónde?
-No lo sé. Empecemos por los lugares que le gustan. Vamos.- Los dos salen de la florería juntos.
Mientras tanto, en el Jardín Japonés de la ciudad, Phillip estaba sentado en un banco al lado de un cerezo viendo como estaban saliendo de a poco las flores hasta que alguien le toca el hombro.
-¡Abuela!- Dice, alegrado.
-¡Qué bueno que llegaste bien! Me preocupaba de que no saliera bien nuestro plan.- Lo abraza y después lo mira.- Ahora tenemos que esperar. ¿Seguro que van a venir para aquí?
-Seguro.- Le sonríe y sigue mirando el árbol.
Cerca de allí, Sarah y Niklas salían de una biblioteca ya sin esperanzas de encontrarlo. Habían ido a todos los lugares que le gustaban a ese niño y no lo encontraron, provocando que Sarah cada vez sintiese menos esperanzas de volver a ver  su hijo.
-Ya no sé en qué otro lugar hallarlo… tal vez volvió a casa o se fue con mi madre. ¿Él te dijo algún lugar más al que iba?
-Esa noche solo habló de ti, Sarah.- En ese momento se queda pensando y se le ocurre algo.- ¡Espera! Creo que sé donde lo podemos encontrar. Ven conmigo.- Ambos corren por las calles y se dirigen al Jardín Japonés, viendo en un banco al lado de un cerezo a Phillip y su abuela.
-¡Phillip!- El niño se da vuelta y la mira.
-¡Mamá!- Ambos se abrazan.
-¡¿Qué se te pasó por la cabeza cuando escapaste del colegio?! ¡¿Acaso pensaste que no me preocuparía?!
-¡Eso! ¡Preocupaste mucho a tu madre!- Dice Niklas.- ¿Acaso estás loco?
-Puede ser. Si somos sinceros, todo los genios están locos.- Sonríe.- Pero ese no es el punto, ¿No se dan cuenta de que ustedes dos vinieron a buscarme? ¿Juntos?
-¿Y eso qué?- Le dice a su hijo, Sarah.
-¿No era que nunca más lo volverías a ver?
-¿Y?
-¿Y? Pues aquí están juntos los dos, igual de preocupados por mí, retándome. Sabía que pensarías que estaría  en la florería, sabía que ambos llegarían a aquí. Y déjenme decirles algo: basta de mentirse.
-¿De qué hablas?- Le pregunta Niklas.
-¡Por favor! ¡Soy niño pero no estúpido! Ustedes dos se aman y de seguro están tratando de buscar razones estúpidas para no estar juntos. Mamá, se que papá nos dejó cuando todavía no nací, que fue difícil y todo eso, ¿Pero acaso no ves que él es diferente? Puede que no lo parezca, pero es más padre para mí que mi verdadero padre.- Mira a Niklas.- Y tú, hippie, ¿Eres un gallina o qué? ¡Deberías pelear por lo que quieres en vez de dejar que un niño te rete! Puede ser que te aterren los compromisos y no quieras herirme, pero no intentarlo es peor que intentarlo y que las cosas salgan mal. ¡Razonen de una vez!- Sarah y Niklas se miran.- Ahora, si me disculpan, me voy con la abuela a comer torta. ¡Espero que hayan aprendido algo ustedes dos!- El niño se va con su abuela y dejan a la pareja sola.
-Tu hijo… es bastante conciso con lo que quiere.
-¿Es verdad eso de que te aterran los compromisos?
-Sí. Creo que eso pasa por ver tantas discusiones de niño.- Se quedan callados.- Descuida, no sería malo ni contigo ni con tu familia.
-¿Cómo sabías que estaría aquí?
-Es que le había prometido que le mostraría un árbol de cerezo.- Dice un poco tímido.- Entonces, ¿Qué dices? ¿Quieres intentarlo?
-¿Qué cosa?
-Tú y yo. ¿Qué dices?- Ella sonríe a medias y lo mira.
-Después de todo. ¿Querrías estar conmigo? ¿Aunque tenga un hijo genio y un poco arrogante, un trabajo demandante y una vida completamente ocupada?
-Sí.
El teléfono de Sarah suena y ella lo atiende. Mira a Niklas y le da el teléfono.
-Es de Phillip. Quiere decirte algo.
-¿Hola?- Phillip le dice “¡Bésala ya!”- ¿Acaso nos está vigilando?- Los dos miran hacia un restaurante dentro del Jardín y ven que el niño, con celular en mano, los estaba mirando. Corta el celular y les grita:
-¿¡Qué están esperando!? ¡Bésense de una vez!
Los dos adultos se miran  y ríen. Niklas se acerca a la madre del niño y la besa mientras Phillip y su abuela chocaban los puños en señal de que la misión estaba cumplida. Así Niklas y Sarah se dieron cuenta de que, a pesar de sus diferencias, estaban predestinados a estar juntos.  Los días pasaron y siguieron estando juntos, Phillip cumplió seis años, todos se mudaron al departamento de Niklas. Se casaron. Pasaban las vacaciones juntos, Phillip cumplió siete, ocho, nueve, diez años y siguieron siendo una familia feliz. A veces discutían o se enojaban pero siempre encontraban la forma de solucionarlo. Y todos los años, al cumplir el aniversario de casados, iban al Jardín Japonés y se sentaban en aquel antiguo banco al lado del árbol de cerezo. Y Niklas todos los años le daba un ramo de hermosas flores, siempre diferentes, como muestra de que la seguía amando como el primer día.

Fin.